Christina Miller.
Oklahoma State University
|
Besar al detective: la autoconciencia en la novela policiaca
de Mendoza
La novela policiaca latinoamericana, y en particular la vertiente del neopolicial, muchas veces tiene lazos con la literatura, aprovechándose de la intertextualidad y cierto nivel de autoconciencia que conlleva la inclusión de la literatura e incluso protagonistas que son personajes arraigados a la literatura en su vida cotidiana o una voz narrativa que incluye este tipo de referencias dentro del género. Entre los muchos escritores que han utilizado dicha técnica para enriquecer sus novelas encontramos a Roberto Ampuero, Cristina Rivera Garza, Luisa Valenzuela y también las sagas de Paco Ignacio Taibo II, Leonardo Padura Fuentes, Ramón Díaz Eterovic además de la serie del Zurdo Mendieta del autor mexicano, Élmer Mendoza. Es interesante ver la inclusión de lo literario entre tantos escritos distintos y entre ellos la evolución de la novela policiaca en América Latina.
Linda Hutcheon propone, como ya lo hizo Todorov, que cuando una forma de novelar no desarrolla otra nueva, lo que ocurre es que “[…] the old form tends to degenerate into pure convention; witness the popular traditional novel, the best-seller” y nos gustaría agregar la progresión del desarrollo del género negro a fin de notar el inico con el enigma, sea de cuento o de novela, a las parodias del mismo para llevar el detective a la calle en la novela hard-boiled que después evoluciona al neopolicial como lo concibió Paco Ignacio Taibo II. Ahora que lleva cierto tiempo el neopolicial, empieza, otra vez, a evolucionar para combinar ciertos elementos conservados de dicha vertiente con otros géneros como la novela histórica en el caso de Padura o con la narconovela en la narrativa de Élmer Mendoza. Para Diana Sofía Sánchez Hernández, aunque reconoce la temática “narco” en la obra de Mendoza, tiende a catalogar las obras de la serie del Zurdo Mendieta como saga que “dialoga con una tradición que trasciende el primer decenio del siglo XXI y que, además, traspasa las fronteras nacionales. Nos referimos a la novela del género negro o policial, un género ad hoc a la perspectiva crítica desde la cual el escritor sinaloense consigue analizar la complejidad social del norte del país y al mismo tiempo aporta su propia postura estética sobre este tipo de relatos” (57). Para nosotros, Mendoza conserva rasgos más bien del neopolicial, aunque reconocemos que éstos en gran parte coinciden con una tradición del género negro más extenso, como sugiere Sánchez Hernández. Los aspectos que permiten tal clasificación incluyen la presencia de un acompañante para el detective, los rasgos particulares del detective que lo apartan de sus colegas, en otras palabras el elemento excéntrico del personaje, el código ético del investigador, la descripción de la ciudad y el uso del lenguaje coloquial y particularmente la autoconciencia, enfoque del presente trabajo, observada en la estructura de las investigaciones del policía, las referencias literarias y el rol del lector.
Ahora bien, en Besar al detective (2015), estamos ante una obra híbrida que combina elementos del neopolicial con la temática de la narconovela para contar la realidad del protagonista, Edgar Mendieta desde la ciudad sinaloense de Culiacán. Para analizar la autoconciencia en la novela, recurriremos a las categorías descritas por Linda Hutcheon en su obra Narcissistic Narrative: The Metafictional Paradox. Según dichas categorías, aparece la autoconciencia, para pedir prestado los términos de Hutcheon, del índole “covert diegetic” y “covert linguistic”. Primero pensemos en los rasgos diegéticos ya que la novela forma parte de una serie y esta serie conserva, como vamos proponiendo, algunas facetas del neopolicial latinoamericano donde las investigaciones del policía forman el hilo conectivo de la trama de la narración. Por utilizar las normas estructurales del neopolicial, demuestra la autoconciencia desde el nivel diegético encubierto “covert”. Las obras que protagonizan el Zurdo siguen este mismo precedente ya que las investigaciones forman el trasfondo de la obra y le permite interactuar con todo tipo de individuos en Culiacán, elemento observado también por Roberto Domingo Cáceres en su análisis de otro episodio de la narrativa sobre el Zurdo al explicar que “La secuencia de escenario, asesinato, indagatoria y solución propia del género policiaco ha sido respetada […]” (XXV). Por extensión, las mismas investigaciones le permiten las conexiones con el mundo del narcotráfico. Aunque no trabaja en ese departamento de la policía, el Zurdo ha tenido muchos encuentros con los narcos y, en específico con el Cártel del Pacífico y la jefa, Samantha Valdés, relación evidenciada por los comentarios de su subordinada, Gris Toledo en el siguiente diálogo cuando Gris le pregunta al Zurdo: “Jefe, ¿sabe algo de su amiga hospitalizada? No, y ya te dije que no somos amigos. Pues es que siempre está ahí, como parte de nuestra vida y al tanto de lo que hacemos. Los delincuentes son nuestra contraparte, por ellos existimos, y aunque nos repatee el hígado, siempre saben en qué andamos” (Mendoza Besar 42). De hecho, la relación entre el detective y los criminales demuestra un elemento fundamental del neopolical por incorporar lo que ha señalado Taibo II como tema repetido en el mismo: “una incidencia recurrente temática de los problemas del Estado como generador del crimen, la corrupción, la arbitrariedad política” (Argüelles 14) debido a que la interacción entre la policía y los narcos permite ver que no sólo ellos sino los oficiales de alto rango del gobierno se enredan y se confunden como los verdaderos criminales. Aun así, la estructura formal de la novela comienza con el inicio de una investigación y termina con una suerte de resolución. Hay que notar que dicha resolución existe, aunque no siempre de una forma oficial donde los culpables son encarcelados como sucedió, por ejemplo, en la tetralogía de Padura Fuentes. Se repite esta estructura y los pasos lógicos de llevar a cabo una investigación, a nuestro juico, para cumplir con las expectativas del lector ya que dentro de un género como el policial, el autor, muchas veces puede aprovechar de dichas expectativas como sugiere Hutcheon cuando analiza la estructura de la historia detectivesca. Por ejemplo, en Besar al detective, existe dos investigaciones, primero una sobre la muerte de un adivino y después otra por el secuestro del hijo del protagonista. En ningún momento duda el lector que el Zurdo va a localizar a su hijo, o sea que el caso estará resuelto al final de la novela. La diferencia ahora está en la manera en que cumple con este elemento ya que el caso investigado por Mendieta internacionaliza la obra. Además, el protagonista se encuentra entre dos grupos que manejan el poder, el FBI y el Cártel del Pacífico por haber aceptado ayuda de ambos con propósito de encontrar a su hijo. Otro rasgo que conserva esta novela del neopolicial es el efecto que causa la resolución en el protagonista porque al darse cuenta de que la chica que supuestamente ha secuestrado a Jason también trabaja por el FBI, le provoca en nuestro personaje un fuerte cuestionamiento sobre quiénes son los verdaderos criminales, mientras sale para Culiacán acompañado por los narcos. Por un lado, ya desconfía del FBI, pero los eventos le confirmaron tal falta de confianza y por otro, le constataron la extensión del poder del Cártel, o sea la llamada resolución demuestra el Estado y las organizaciones del Estado, ahora en los Estados Unidos como criminales, tanto como los narcotraficantes. Comenta Michael Wood al respecto cuando observa que en la narrativa de Mendoza “the legally identified public enemy, the serial killer or the gang boss, is not always the worst of the bad guys” (25). Por conservar varios aspectos de la estructura de la investigación formal, le permite al escritor introducir otros elementos nuevos ya que el lector que ha acompañado al protagonista a la última, hasta el momento, novela de la serie y por ello, tiene expectativas tanto del detective como de las novelas que protagoniza, lo que nos lleva a comentar las referencias a la literatura, y en Besar al detective, precisamente a la literatura policiaca.
Cabe mencionar que existen referencias a la literatura, aunque escasas, desde la primera novela Balas de plata (2008), como la mención de paso que el Zurdo había estudiado la literatura como joven y el pedido de su jefe, Ortega para prestarle el libro Pedro Páramo y después guiarle a su hijo cómo leerlo (107). Las siguientes novelas, La prueba del ácido (2010) y Nombre de perro (2012) revelan otros recuerdos, especialmente sobre libros que leía el Zurdo en las conversaciones que tiene con la bailarina Mayra Cabral de Melo, éstas señaladas por Sánchez Hernández, y después con la reaparición de Susana Luján y los recuerdos de ella sobre la lectura de Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa (Nombre 52). Desde este momento surgen algunas referencias más explícitas a la literatura entre las muchas otras intertextuales a la música y la cultura pop aunque no siempre por el protagonista. Por ejemplo, en Nombre de perro, se incluye una mención del efecto de la carta robada al estilo de Edgar Allen Poe por el asesino Ugarte mientras intenta fugarse (Mendoza 152). Empiezan a cobrar impulso dichas referencias literarias en Besar al detective para dialogar con el neopolicial mexicano con la introducción de otros detectives ficticios; lo que demuestra la autoconciencia descrita por Hutcheon, ahora en cuanto a la categoría “covert linguistic” ya que la inclusión de los otros investigadores no es faceta mencionada explícitamente ni comentada. La intertextualidad es una técnica que utiliza Mendoza en otras obras también, como subraya Elizabeth Moreno Rojas, especialmente en cuanto a la música. No obstante, esta forma de llevarla a cabo no aparece anteriormente dentro de la saga. Se observan tres momentos (aunque dos tienen que ver con el mismo personaje) donde ocurre una interacción de esta naturaleza en el transcurso del texto.
La primera vez sucede cuando el Zurdo se da cuenta, por la llegada de “un experto de la PGR” del D. F. que está en una lista oficial de personas afiliadas con el Cartel. Se reúnen en un café cuando tal experto se presenta y es Héctor Belascoarán Shayne. La descripción de Belascoarán coincide con la del personaje en las novelas de Taibo II ya que “Era no muy alto, no muy grueso y tuerto, de mirada profunda con algo de canalla” y conserva el afán para tomar las cocas además del amor para su ciudad (Mendoza Besar 57). En la siguiente conversación con Belascoarán se observa otro ejemplo, esta vez aún más explícita de la autoconciencia cuando el mismo le advierte de un peligro más urgente:
[…] lo que sí, quizá se enturbie un poco tu vida, colega, cuídate de un güey al que le dicen el Tizón. ¿Quién? Un cabrón que te va a buscar o te va mandar alguien para que te quiebre, esto es más factible. ¿Por qué? Ya te dije, te consideran cercano a Valdés, pero te vas a divertir, te lo aseguro. Cosa fácil, querrás decir. Como en algunas vidas, no habrá final feliz. Órale, seré un desvanecido difunto. Y luego un amoroso fantasma, click. (68-69)
Reconocerán los títulos incluidos en el diálogo como los de obras protagonizadas por el propio Belascoarán. Este intercambio demuestra la manera en que Mendoza se aprovecha de las expectativas de los lectores, o sea, como subraya Orlando Mejía “el autor es consciente de que escribe para lectores que leen libros […]” (67). Sin embargo, aquí hay diferentes niveles del entendimiento por parte del lector. Por un lado, parece que el autor asume que su lector va a identificar inmediatamente a Belascoarán tanto como los títulos como sugiere Mejía. A nuestro juicio los incluye no sólo para enfatizar dicho juego sino también para dialogar con el neopolicial mexicano. Por otro, tampoco es necesario reconocer estas alusiones para entender la novela, sin embargo, es un elemento que definitivamente enriquece el texto y hace tributo al llamado padre del neopolicial latinoamericano. Para Hutcheon, estos niveles de interpretación se deben en gran parte a la tradición dentro de las obras detectivescas de participar activamente en el acto de leer ya que “the reader was now forced to control, to organize, to interpret. He was assaulted from all sides, often by a self-consciously literary text” (26). El lector del neopolicial ya espera referencias a eventos históricos, a la cultura, e incluso a la literatura. Efectivamente, el uso de la metaficción aparece una vez más con la Madama Garza, una detective de San Diego:
¿Madame Garza? […] Soy el detective Mendieta, de Sinaloa. […] Dígame, colega, ¿en qué le puedo ayudar? […] Gracias, Madame Garza, estoy en Tecate en un caso. ¿Es un castrado? Son mi especialidad. […] Me han dicho que su castrado compraba obra. No llegaba a coleccionista pero sí. ¿Hay pintores en Tecate? Como mil quinientos. Dígame el nombre de uno, por favor. A los secuestradores los mutilan, de casualidad, ¿al suyo lo han castrado? Espero que no, hasta ahora sólo nos han enviado un dedo. ¡Una forma de castración! (235)
Estamos de nuevo ante un personaje que alude a otra novela neopolicial, de La muerte me da (2007) y como antes el intercambio realmente no sirve ningún propósito fuerte en el texto, o sea, aunque le da una pista posible en la búsqueda de su hijo, podría haber llegado a la información provista por la Madame Garza, o por Belascoarán, de otra forma e igual como antes tal interacción juega con el lector y casi lo reta a poder encontrar estas referencias literarias.
Además, existen otras menciones literarias más leves como, por ejemplo, en una conversación con su hijo, el detective le pregunta a Jason por un maestro, un tal “Sr. Salinger” (Besar 21) o cuando en otro momento mientras el Zurdo reflexiona sobre sus posibilidades para cumplir un favor pedido por el Cartel, y le dice a Max Garcés que “Claro, llego, me identifico, esposo al doctor, lo saco de donde esté, a la vista de todos, lo traigo aquí y luego se lo llevo al Gori Hortigosa para que confiese Quién mató a Palomino Molero. Buen plan, a poco no […]” (Mendoza Besar 108-109). En esta situación, otra vez en la forma del diálogo, aparece otro título de una novela policiaca escrita por Mario Vargas Llosa como parte de la réplica sarcástica del recién despedido detective, lo que demuestra, junto con la referencia a otra novela de Vargas Llosa en Nombre de perro, rasgos de la formación literaria del policía durante su juventud.
Aparte de estas referencias, existen aún otras por la voz narrativa, cuando explica en tercera persona que el protagonista “[…] empezó a leer Una de dos, de Daniel Sada, y se quedó dormido” (Mendoza Besar 73), acto que se repite dos veces a lo largo de la novela. Cabe subrayar que este tipo de alusión aparece en todo el transcurso de la serie, aunque no muchas veces. Con referencias así, se presenta una imagen del detective no del todo intelectual, especialmente en comparación con otros detectives ficticios como Mario Conde o Heredia ya que la literatura no siempre logra engancharle al personaje. Tampoco es completamente ajeno a la literatura, especialmente en comparación a los otros personajes alrededor del Zurdo. Al mismo tiempo, el texto demuestra un nivel de autoconciencia, como vamos apuntando, que dialoga con el neopolicial mexicano y latinoamericano, precisamente por las referencias literarias que cobran impulso a lo largo de la serie hasta incluir dos diferentes personajes del imaginario del género negro mexicano. Ya que a la medida que avanza la historia del Zurdo se acumulan más y más alusiones literarias, de una forma parecida a lo que sucede en la serie de Belascoarán, casi da la impresión de que escribir dentro del género exige semejantes inclusiones.
Asimismo esta tendencia entre otras, como el intento de representar la ciudad y la realidad de tal lugar, coloca a la colección dentro de la tradición neopolicial, aprovechándose de sus convenciones para expandirla, como recién han hecho otros escritores como vehículo para representar otro aspecto de la realidad mexicana, esta vez más cercana a la realidad del norte del país, con la temática del narcotráfico y el contacto con los Estados Unidos. Aunque todavía quedan varios elementos por explorar en Besar al detective, esperamos haber contribuido al entendimiento de la última entrega de la saga del Zurdo Mendieta con este trabajo.
Bibliografía
Argüelles, Juan Domingo. “Entrevista con Paco Ignacio Taibo II. El policiaco mexicano: un género hecho con un autor y terquedad”. Tierra adentro 49 (1990): 13-15.
Domingo Cáceres, Roberto. “Élmer Mendoza: la ficción en la realidad de la guerra”. Revista de literatura mexicana contemporánea 17.50 (2011): XXII-XXIX
Hutcheon, Linda. Narcissistic Narrative: The Metafictional Paradox. Waterloo, Ontario, Canada: Wilfrid Laurier University Press, 1980.
Mejía Rivera, Orlando. “La generación mutante”. Estudios de Literatura Colombiana 4, 1999: 99-106.
Mendoza, Élmer. Balas de plata. México: Tusquets, 2008.
---. Besar al detective. México: Literatura Random House, 2015.
---. La prueba del ácido. México: Tusquets, 2010.
---. Nombre de perro. México: Tusquets, 2012.
Moreno Rojas, Elizabeth. “La reescritura del discurso oficial: Un asesino solitario de Élmer Mendoza”. Ed. Miguel G. Rodríguez Lozano. Escena del crimen: Estudios sobre narrativa policiaca mexicana. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2009: 138-148.
Sánchez Hernández, Diana Sofía. “‘El Zurdo’ Mendieta, un policía solitario. Acercamiento a La prueba del ácido desde la perspectiva del género negro”. Ed. Miguel G. Rodríguez Lozano. 2010 y alrededor del festejo: Estudios sobre novela mexicana. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2016: 53-74.
Wood, Michael. “After Such Knowledge: The Politics of Detection in the Narconovelas of Elmer Mendoza”. Eds. Louise Nilsson, David Damrosch and Theo D’hean. Crime Fiction as World Literature. London: Bloomsbury Academic, 2017: 23-32.
Linda Hutcheon propone, como ya lo hizo Todorov, que cuando una forma de novelar no desarrolla otra nueva, lo que ocurre es que “[…] the old form tends to degenerate into pure convention; witness the popular traditional novel, the best-seller” y nos gustaría agregar la progresión del desarrollo del género negro a fin de notar el inico con el enigma, sea de cuento o de novela, a las parodias del mismo para llevar el detective a la calle en la novela hard-boiled que después evoluciona al neopolicial como lo concibió Paco Ignacio Taibo II. Ahora que lleva cierto tiempo el neopolicial, empieza, otra vez, a evolucionar para combinar ciertos elementos conservados de dicha vertiente con otros géneros como la novela histórica en el caso de Padura o con la narconovela en la narrativa de Élmer Mendoza. Para Diana Sofía Sánchez Hernández, aunque reconoce la temática “narco” en la obra de Mendoza, tiende a catalogar las obras de la serie del Zurdo Mendieta como saga que “dialoga con una tradición que trasciende el primer decenio del siglo XXI y que, además, traspasa las fronteras nacionales. Nos referimos a la novela del género negro o policial, un género ad hoc a la perspectiva crítica desde la cual el escritor sinaloense consigue analizar la complejidad social del norte del país y al mismo tiempo aporta su propia postura estética sobre este tipo de relatos” (57). Para nosotros, Mendoza conserva rasgos más bien del neopolicial, aunque reconocemos que éstos en gran parte coinciden con una tradición del género negro más extenso, como sugiere Sánchez Hernández. Los aspectos que permiten tal clasificación incluyen la presencia de un acompañante para el detective, los rasgos particulares del detective que lo apartan de sus colegas, en otras palabras el elemento excéntrico del personaje, el código ético del investigador, la descripción de la ciudad y el uso del lenguaje coloquial y particularmente la autoconciencia, enfoque del presente trabajo, observada en la estructura de las investigaciones del policía, las referencias literarias y el rol del lector.
Ahora bien, en Besar al detective (2015), estamos ante una obra híbrida que combina elementos del neopolicial con la temática de la narconovela para contar la realidad del protagonista, Edgar Mendieta desde la ciudad sinaloense de Culiacán. Para analizar la autoconciencia en la novela, recurriremos a las categorías descritas por Linda Hutcheon en su obra Narcissistic Narrative: The Metafictional Paradox. Según dichas categorías, aparece la autoconciencia, para pedir prestado los términos de Hutcheon, del índole “covert diegetic” y “covert linguistic”. Primero pensemos en los rasgos diegéticos ya que la novela forma parte de una serie y esta serie conserva, como vamos proponiendo, algunas facetas del neopolicial latinoamericano donde las investigaciones del policía forman el hilo conectivo de la trama de la narración. Por utilizar las normas estructurales del neopolicial, demuestra la autoconciencia desde el nivel diegético encubierto “covert”. Las obras que protagonizan el Zurdo siguen este mismo precedente ya que las investigaciones forman el trasfondo de la obra y le permite interactuar con todo tipo de individuos en Culiacán, elemento observado también por Roberto Domingo Cáceres en su análisis de otro episodio de la narrativa sobre el Zurdo al explicar que “La secuencia de escenario, asesinato, indagatoria y solución propia del género policiaco ha sido respetada […]” (XXV). Por extensión, las mismas investigaciones le permiten las conexiones con el mundo del narcotráfico. Aunque no trabaja en ese departamento de la policía, el Zurdo ha tenido muchos encuentros con los narcos y, en específico con el Cártel del Pacífico y la jefa, Samantha Valdés, relación evidenciada por los comentarios de su subordinada, Gris Toledo en el siguiente diálogo cuando Gris le pregunta al Zurdo: “Jefe, ¿sabe algo de su amiga hospitalizada? No, y ya te dije que no somos amigos. Pues es que siempre está ahí, como parte de nuestra vida y al tanto de lo que hacemos. Los delincuentes son nuestra contraparte, por ellos existimos, y aunque nos repatee el hígado, siempre saben en qué andamos” (Mendoza Besar 42). De hecho, la relación entre el detective y los criminales demuestra un elemento fundamental del neopolical por incorporar lo que ha señalado Taibo II como tema repetido en el mismo: “una incidencia recurrente temática de los problemas del Estado como generador del crimen, la corrupción, la arbitrariedad política” (Argüelles 14) debido a que la interacción entre la policía y los narcos permite ver que no sólo ellos sino los oficiales de alto rango del gobierno se enredan y se confunden como los verdaderos criminales. Aun así, la estructura formal de la novela comienza con el inicio de una investigación y termina con una suerte de resolución. Hay que notar que dicha resolución existe, aunque no siempre de una forma oficial donde los culpables son encarcelados como sucedió, por ejemplo, en la tetralogía de Padura Fuentes. Se repite esta estructura y los pasos lógicos de llevar a cabo una investigación, a nuestro juico, para cumplir con las expectativas del lector ya que dentro de un género como el policial, el autor, muchas veces puede aprovechar de dichas expectativas como sugiere Hutcheon cuando analiza la estructura de la historia detectivesca. Por ejemplo, en Besar al detective, existe dos investigaciones, primero una sobre la muerte de un adivino y después otra por el secuestro del hijo del protagonista. En ningún momento duda el lector que el Zurdo va a localizar a su hijo, o sea que el caso estará resuelto al final de la novela. La diferencia ahora está en la manera en que cumple con este elemento ya que el caso investigado por Mendieta internacionaliza la obra. Además, el protagonista se encuentra entre dos grupos que manejan el poder, el FBI y el Cártel del Pacífico por haber aceptado ayuda de ambos con propósito de encontrar a su hijo. Otro rasgo que conserva esta novela del neopolicial es el efecto que causa la resolución en el protagonista porque al darse cuenta de que la chica que supuestamente ha secuestrado a Jason también trabaja por el FBI, le provoca en nuestro personaje un fuerte cuestionamiento sobre quiénes son los verdaderos criminales, mientras sale para Culiacán acompañado por los narcos. Por un lado, ya desconfía del FBI, pero los eventos le confirmaron tal falta de confianza y por otro, le constataron la extensión del poder del Cártel, o sea la llamada resolución demuestra el Estado y las organizaciones del Estado, ahora en los Estados Unidos como criminales, tanto como los narcotraficantes. Comenta Michael Wood al respecto cuando observa que en la narrativa de Mendoza “the legally identified public enemy, the serial killer or the gang boss, is not always the worst of the bad guys” (25). Por conservar varios aspectos de la estructura de la investigación formal, le permite al escritor introducir otros elementos nuevos ya que el lector que ha acompañado al protagonista a la última, hasta el momento, novela de la serie y por ello, tiene expectativas tanto del detective como de las novelas que protagoniza, lo que nos lleva a comentar las referencias a la literatura, y en Besar al detective, precisamente a la literatura policiaca.
Cabe mencionar que existen referencias a la literatura, aunque escasas, desde la primera novela Balas de plata (2008), como la mención de paso que el Zurdo había estudiado la literatura como joven y el pedido de su jefe, Ortega para prestarle el libro Pedro Páramo y después guiarle a su hijo cómo leerlo (107). Las siguientes novelas, La prueba del ácido (2010) y Nombre de perro (2012) revelan otros recuerdos, especialmente sobre libros que leía el Zurdo en las conversaciones que tiene con la bailarina Mayra Cabral de Melo, éstas señaladas por Sánchez Hernández, y después con la reaparición de Susana Luján y los recuerdos de ella sobre la lectura de Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa (Nombre 52). Desde este momento surgen algunas referencias más explícitas a la literatura entre las muchas otras intertextuales a la música y la cultura pop aunque no siempre por el protagonista. Por ejemplo, en Nombre de perro, se incluye una mención del efecto de la carta robada al estilo de Edgar Allen Poe por el asesino Ugarte mientras intenta fugarse (Mendoza 152). Empiezan a cobrar impulso dichas referencias literarias en Besar al detective para dialogar con el neopolicial mexicano con la introducción de otros detectives ficticios; lo que demuestra la autoconciencia descrita por Hutcheon, ahora en cuanto a la categoría “covert linguistic” ya que la inclusión de los otros investigadores no es faceta mencionada explícitamente ni comentada. La intertextualidad es una técnica que utiliza Mendoza en otras obras también, como subraya Elizabeth Moreno Rojas, especialmente en cuanto a la música. No obstante, esta forma de llevarla a cabo no aparece anteriormente dentro de la saga. Se observan tres momentos (aunque dos tienen que ver con el mismo personaje) donde ocurre una interacción de esta naturaleza en el transcurso del texto.
La primera vez sucede cuando el Zurdo se da cuenta, por la llegada de “un experto de la PGR” del D. F. que está en una lista oficial de personas afiliadas con el Cartel. Se reúnen en un café cuando tal experto se presenta y es Héctor Belascoarán Shayne. La descripción de Belascoarán coincide con la del personaje en las novelas de Taibo II ya que “Era no muy alto, no muy grueso y tuerto, de mirada profunda con algo de canalla” y conserva el afán para tomar las cocas además del amor para su ciudad (Mendoza Besar 57). En la siguiente conversación con Belascoarán se observa otro ejemplo, esta vez aún más explícita de la autoconciencia cuando el mismo le advierte de un peligro más urgente:
[…] lo que sí, quizá se enturbie un poco tu vida, colega, cuídate de un güey al que le dicen el Tizón. ¿Quién? Un cabrón que te va a buscar o te va mandar alguien para que te quiebre, esto es más factible. ¿Por qué? Ya te dije, te consideran cercano a Valdés, pero te vas a divertir, te lo aseguro. Cosa fácil, querrás decir. Como en algunas vidas, no habrá final feliz. Órale, seré un desvanecido difunto. Y luego un amoroso fantasma, click. (68-69)
Reconocerán los títulos incluidos en el diálogo como los de obras protagonizadas por el propio Belascoarán. Este intercambio demuestra la manera en que Mendoza se aprovecha de las expectativas de los lectores, o sea, como subraya Orlando Mejía “el autor es consciente de que escribe para lectores que leen libros […]” (67). Sin embargo, aquí hay diferentes niveles del entendimiento por parte del lector. Por un lado, parece que el autor asume que su lector va a identificar inmediatamente a Belascoarán tanto como los títulos como sugiere Mejía. A nuestro juicio los incluye no sólo para enfatizar dicho juego sino también para dialogar con el neopolicial mexicano. Por otro, tampoco es necesario reconocer estas alusiones para entender la novela, sin embargo, es un elemento que definitivamente enriquece el texto y hace tributo al llamado padre del neopolicial latinoamericano. Para Hutcheon, estos niveles de interpretación se deben en gran parte a la tradición dentro de las obras detectivescas de participar activamente en el acto de leer ya que “the reader was now forced to control, to organize, to interpret. He was assaulted from all sides, often by a self-consciously literary text” (26). El lector del neopolicial ya espera referencias a eventos históricos, a la cultura, e incluso a la literatura. Efectivamente, el uso de la metaficción aparece una vez más con la Madama Garza, una detective de San Diego:
¿Madame Garza? […] Soy el detective Mendieta, de Sinaloa. […] Dígame, colega, ¿en qué le puedo ayudar? […] Gracias, Madame Garza, estoy en Tecate en un caso. ¿Es un castrado? Son mi especialidad. […] Me han dicho que su castrado compraba obra. No llegaba a coleccionista pero sí. ¿Hay pintores en Tecate? Como mil quinientos. Dígame el nombre de uno, por favor. A los secuestradores los mutilan, de casualidad, ¿al suyo lo han castrado? Espero que no, hasta ahora sólo nos han enviado un dedo. ¡Una forma de castración! (235)
Estamos de nuevo ante un personaje que alude a otra novela neopolicial, de La muerte me da (2007) y como antes el intercambio realmente no sirve ningún propósito fuerte en el texto, o sea, aunque le da una pista posible en la búsqueda de su hijo, podría haber llegado a la información provista por la Madame Garza, o por Belascoarán, de otra forma e igual como antes tal interacción juega con el lector y casi lo reta a poder encontrar estas referencias literarias.
Además, existen otras menciones literarias más leves como, por ejemplo, en una conversación con su hijo, el detective le pregunta a Jason por un maestro, un tal “Sr. Salinger” (Besar 21) o cuando en otro momento mientras el Zurdo reflexiona sobre sus posibilidades para cumplir un favor pedido por el Cartel, y le dice a Max Garcés que “Claro, llego, me identifico, esposo al doctor, lo saco de donde esté, a la vista de todos, lo traigo aquí y luego se lo llevo al Gori Hortigosa para que confiese Quién mató a Palomino Molero. Buen plan, a poco no […]” (Mendoza Besar 108-109). En esta situación, otra vez en la forma del diálogo, aparece otro título de una novela policiaca escrita por Mario Vargas Llosa como parte de la réplica sarcástica del recién despedido detective, lo que demuestra, junto con la referencia a otra novela de Vargas Llosa en Nombre de perro, rasgos de la formación literaria del policía durante su juventud.
Aparte de estas referencias, existen aún otras por la voz narrativa, cuando explica en tercera persona que el protagonista “[…] empezó a leer Una de dos, de Daniel Sada, y se quedó dormido” (Mendoza Besar 73), acto que se repite dos veces a lo largo de la novela. Cabe subrayar que este tipo de alusión aparece en todo el transcurso de la serie, aunque no muchas veces. Con referencias así, se presenta una imagen del detective no del todo intelectual, especialmente en comparación con otros detectives ficticios como Mario Conde o Heredia ya que la literatura no siempre logra engancharle al personaje. Tampoco es completamente ajeno a la literatura, especialmente en comparación a los otros personajes alrededor del Zurdo. Al mismo tiempo, el texto demuestra un nivel de autoconciencia, como vamos apuntando, que dialoga con el neopolicial mexicano y latinoamericano, precisamente por las referencias literarias que cobran impulso a lo largo de la serie hasta incluir dos diferentes personajes del imaginario del género negro mexicano. Ya que a la medida que avanza la historia del Zurdo se acumulan más y más alusiones literarias, de una forma parecida a lo que sucede en la serie de Belascoarán, casi da la impresión de que escribir dentro del género exige semejantes inclusiones.
Asimismo esta tendencia entre otras, como el intento de representar la ciudad y la realidad de tal lugar, coloca a la colección dentro de la tradición neopolicial, aprovechándose de sus convenciones para expandirla, como recién han hecho otros escritores como vehículo para representar otro aspecto de la realidad mexicana, esta vez más cercana a la realidad del norte del país, con la temática del narcotráfico y el contacto con los Estados Unidos. Aunque todavía quedan varios elementos por explorar en Besar al detective, esperamos haber contribuido al entendimiento de la última entrega de la saga del Zurdo Mendieta con este trabajo.
Bibliografía
Argüelles, Juan Domingo. “Entrevista con Paco Ignacio Taibo II. El policiaco mexicano: un género hecho con un autor y terquedad”. Tierra adentro 49 (1990): 13-15.
Domingo Cáceres, Roberto. “Élmer Mendoza: la ficción en la realidad de la guerra”. Revista de literatura mexicana contemporánea 17.50 (2011): XXII-XXIX
Hutcheon, Linda. Narcissistic Narrative: The Metafictional Paradox. Waterloo, Ontario, Canada: Wilfrid Laurier University Press, 1980.
Mejía Rivera, Orlando. “La generación mutante”. Estudios de Literatura Colombiana 4, 1999: 99-106.
Mendoza, Élmer. Balas de plata. México: Tusquets, 2008.
---. Besar al detective. México: Literatura Random House, 2015.
---. La prueba del ácido. México: Tusquets, 2010.
---. Nombre de perro. México: Tusquets, 2012.
Moreno Rojas, Elizabeth. “La reescritura del discurso oficial: Un asesino solitario de Élmer Mendoza”. Ed. Miguel G. Rodríguez Lozano. Escena del crimen: Estudios sobre narrativa policiaca mexicana. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2009: 138-148.
Sánchez Hernández, Diana Sofía. “‘El Zurdo’ Mendieta, un policía solitario. Acercamiento a La prueba del ácido desde la perspectiva del género negro”. Ed. Miguel G. Rodríguez Lozano. 2010 y alrededor del festejo: Estudios sobre novela mexicana. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2016: 53-74.
Wood, Michael. “After Such Knowledge: The Politics of Detection in the Narconovelas of Elmer Mendoza”. Eds. Louise Nilsson, David Damrosch and Theo D’hean. Crime Fiction as World Literature. London: Bloomsbury Academic, 2017: 23-32.